Este espacio también es tuyo. Aquí no solo lees mi historia: puedes compartir la tuya, dejar tus palabras, tus procesos, tus heridas abiertas o cicatrices que te cambiaron.

A veces, lo que más necesitamos es saber que no somos las únicas. Que allá afuera hay alguien que ya pasó por algo parecido. Que alguien nos lee, nos comprende, y nos acompaña, incluso sin conocernos.

Cada mes, seleccionaremos historias enviadas por mujeres como tú y como yo, para compartirlas —con tu permiso— en nuestra sección especial. Porque este espacio se fortalece cuando lo tejemos entre todas. Cuando leemos algo que podríamos haber escrito. Cuando escribimos algo que otra necesitaba leer.