Mi eterna batalla con la báscula.

María del Valle
Soy Humana
July 8, 2025

Llevo días reflexionando sobre mi eterna batalla con la báscula y sé perfecto lo que pensarán las personas que me conocen: “Sí, estás muy delgada”, “Siempre has sido flaca”, etcétera. Y sí, todas tienen razón, pero estas batallas se libran muy en lo profundo. No son cosas que comparto con nadie, porque me da vergüenza admitirlo conmigo misma para empezar y luego por el famoso qué dirán. Sin embargo, esto es más normal de lo que imaginaba: en el mundo, siete de cada diez mujeres no se sienten conformes con su cuerpo, su estatura, su cabello. No importa si es flaca, robusta, está buenísima, alta o bajita. Siempre sentimos ese “podría estar mejor”.

Es triste, pero cierto. Yo me considero una mujer que goza de atractivos físicos, mucho más que otras (sin querer ser pretenciosa, pero sí realista). Y aun así, gozando de esas cualidades, nunca es suficiente. Tanto así que me he cachado que, cuando mi esposo me dice un cumplido, mi respuesta siempre es: “Pero esto podría verse mejor”. Esto ha llegado al punto en que me cuesta recibir cumplidos. Y lo más paradójico es que hago de todo para recibirlos, y cuando me los dan, no los recibo. Ni siquiera allí me siento merecedora de ellos.

Y aunque todo esto sucede en mi cabeza, no me considero una mujer insegura. Por eso me explota la cabeza tratando de entenderme y entendernos, porque las estadísticas no mienten: esto es un mal que nos afecta a prácticamente todas las mujeres. Mientras escribo esto, busco respuestas en la red. ¿Por qué nos sucede a todas? Y resulta que no está solo en mi cabeza ni en la tuya; esto data de muchísimos años atrás.

Durante mucho tiempo las mujeres fuimos más observadas que escuchadas. Nuestro cuerpo se convirtió en un objeto de deseo, de admiración, de pureza. Desde allí aprendimos a mirarnos desde afuera, como ese objeto, y no como un ser vivo que siente y piensa. Han pasado tantos años desde que esta forma de vernos se instaló en nuestro ADN como un virus, que con el paso del tiempo lo único que ha sucedido es que se ha vuelto más fuerte y exigente.

Y ahora, con las redes sociales, se ha puesto peor. Antes nos comparábamos con las modelos, las actrices, la gente famosa. Pero ahora nos comparamos con el resto del mundo: la amiga, la vecina, la compañera del trabajo y la influencer de Tulum. Por favor… Qué cansado para todas nosotras.

Me encantaría que este fuera un artículo donde al final te doy mi receta secreta para superar este virus que nos destroza por dentro, pero lamentablemente no es así. Al contrario, es más un llamado de auxilio y reflexión para todas nosotras que luchamos con esto a diario frente al espejo. Que sepamos que no estamos solas, que somos la mayoría y que está bien hablar de esto y de todo lo que nos duele y nos quita la paz. Lo que se habla se libera; lo que se calla se adhiere.

Tal vez no haya recetas secretas ni pociones mágicas que nos salven de esto, pero hablarlo, escribirlo y soltarlo nos puede ayudar. Hablar con amor, con ternura, como quien le habla a una amiga que quiere y no quiere lastimar, puede ser parte del primer paso para librar esta batalla. Para llegar a un gran cambio, debemos comenzar con pequeños pero constantes comienzos.

Hoy por ti, por mí; mañana, por todas las mujeres del mundo.

Cada historia que escribo nace de algo que sentí profundamente. No están aquí para enseñarte nada, pero ojalá alguna te abrace, te haga pensar, o simplemente te haga sentir que no estás sola.