El cambio y la rendición.

María del Valle
December 9, 2025

Mi vida se ve atravesada por cambios constantes. Algunos tan sutiles que casi ni los noto; otros, en cambio, llegan como una sacudida que levanta hasta el polvo escondido bajo las alfombras del alma.

Cada vez que eso pasa, la melancolía me visita. Me da miedo lo nuevo, lo incierto, lo que no conozco. Me aferro con fuerza a lo que creo tener —a veces con las uñas— como si soltar fuera sinónimo de perder. Y sí, tengo miedo. No sé si estoy lista para lanzarme al abismo, para sumergirme en las profundidades de mí misma. Ni siquiera sé si soy capaz.

Pero el cambio no espera a que esté lista. Llega como un tornado que arrasa con todo. Me sacude, me revuelve, me despeina. Toca mis pensamientos, mis emociones, mi cuerpo, como una tormenta sin tregua. Me deja tirada, vulnerable, agotada, con retazos de quien fui, de lo que quise y de lo que ya no quiero.

Y entonces lloro. Me siento sola. Me duele el alma, el cuerpo, la piel. Hay náusea, hay opresión en el pecho, hay un vacío que no sé nombrar. Me cuesta respirar, siento que me ahogo, que me rompo, que no voy a poder. Hasta que… me rindo.

Y en esa rendición aparece el silencio.

Ese silencio que al principio asusta. Pero luego se vuelve un refugio. Porque en él me encuentro. Por primera vez en mucho tiempo, no hay ruido en mi cabeza, ni exigencia, ni prisa. Estoy sola conmigo. Y en ese vacío —que no es ausencia, sino presencia pura— empiezo a escuchar respuestas. Empiezo a recordar quién soy.

Sin miedo, sin dolor, sin presión. Solo calma. Solo paz. Y cuando menos lo espero, estoy sonriendo. La incomodidad se ha ido. La luz regresa. Y con ella, la gratitud.

Miro hacia atrás y ya no hay reproche. El pasado me nutre. Respiro el presente. Suelto el futuro. Y es justo ahí donde me habito: en este instante, en esta benevolencia, en esta dulzura.

En esta nueva versión de mí, que solo existe en completa presencia.

Cada historia que escribo nace de algo que sentí profundamente. No están aquí para enseñarte nada, pero ojalá alguna te abrace, te haga pensar, o simplemente te haga sentir que no estás sola.